Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

lunes, 16 de mayo de 2011

Mi gran pecado: Lectora empedernida

Lectores empedernidos

Lo hacen como oficio, como diversión,

hasta como parte crucial de la vida; lo

hacen cuando tienen tiempo y cuando

les falta también, a toda hora y lugar.

¡Leer!: ese deleite de pasearse por las páginas escritas

por JOHAN M. RAMÍREZ | DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2011

Para algunos, en los libros está el escape hacia mundos distintos y realidades paralelas. Para otros, paisajes de ensoñación y seres inolvidables que cobran vida para no volver a dormir jamás. Sin duda, un libro abierto es una mágica frontera entre la realidad y la ficción, entre el mundo en que vivimos y el espejismo de las páginas escritas. O también son puertas hacia el análisis y el conocimiento del lugar que habitamos, de momentos históricos, de personajes reales. En la amplísima biblioteca de los libros impresos hay títulos para todos los lectores.

"Leer, leer, leer... eso es lo importante. No importa si es en la cama, en la sala, en la calle, en un parque, o en mi hamaca: lo fundamental es nunca dejar de leer", aseguraba Manuel Caballero, uno de los intelectuales más destacados de las letras venezolanas.

Como profesora de Literatura en la Universidad Central, María Fernanda Palacios -reconocida escritora venezolana-, observa la lectura como parte inseparable de su existencia. Por eso, leer para ella no es cuestión de horas ni de tener tiempo o no tenerlo. No, ella lee siempre, a toda hora y hasta muy tarde. Tiene libros por toda su casa y no sólo junto a la cama. "Es que no soy de las que lee para dormirse, sino que ésa es mi vida", señala.

Leer como hacer deporte
Para otros, esto no es sólo un deseo personal motivado por ciertos intereses literarios, sino incluso un elemento esencial para el oficio profesional que han escogido en la vida. Eduardo Liendo, uno de los escritores más exitosos en Venezuela, considera la lectura como parte misma de su proceso creativo. En efecto, cuando en ocasiones ha sentido que las ideas se le han acabado para culminar alguna historia, se sienta a leer para buscar las salidas.

"Hay días en que uno se encuentra como en un bache, y una manera de superarlo es leyendo. La lectura creativa es una oportunidad para aprender el ejercicio de la palabra. Haciendo un símil con el boxeo, para un escritor leer es una manera de hacer sombras", explica.

Krina Ber, por su parte, manteniendo la analogía con el ámbito deportivo, asegura que hay una única forma en que se entrena un escritor: leyendo. Por eso, ella ejerce este oficio -el de lectora empedernida- con un rigor casi religioso. Lee a diario, nunca se detiene, y siempre lleva a la mano un libro: uno en el auto, uno en la cartera, uno por aquí, otro por allá, y cientos por toda la casa. Es que no hay un minuto de ocio en el que no recurra a la lectura. "Este es el país de las colas, así que si voy al banco, aprovecho y leo, si me agarra un tráfico en el auto, igual. Leo hasta haciendo la fila para pagar en el supermercado", señala.

Por años, Ber -de origen polaco- fue más allá de la lectura convencional, pues se impuso la disciplina de llevar hojas de cálculo en las que apuntaba las palabras que iba encontrando en los libros, para luego clasificarlas por categorías: sonidos, verbos de fuerza, palabras de debilidad, verbos de colores o ritmos. "Eso lo hacía por mi condición de extranjera. Era un ejercicio que me servía para aprender el idioma", dice.

Eduardo Liendo, aunque no llega a tales extremos, sí asegura hacer una lectura crítica, detenida, minuciosa. "Me gusta verle las costuras al texto", apunta.

Muchos libros y un pajarito
Dentro del grupo de lectores irrenunciables hay algunos que desearían agregarle tiempo a sus días para poder leer más y mejor. Rafael Arráiz Lucca, destacado escritor, historiador, ensayista y poeta venezolano, anhela -quizá más que ningún otro caraqueño- la construcción de nuevas vías del Metro, Metrobús y el mejoramiento del transporte público. ¿Por qué? "Porque así podría movilizarme sin necesidad de utilizar el carro, y de esa forma -viajando de pasajero- ganaría tiempo para leer. ¡Eso sería una maravilla!", celebra. "Imagínate que le dedicara a la lectura todo el tiempo que paso en el tráfico. Serían dos o tres horas diarias que ya no estarían perdidas, yendo de un lugar a otro, sino ganadas, de un libro a otro", sonríe.

Otro devoto de la lectura es José Rafael Lovera, director del Centro de Estudios Gastronómicos y miembro de la Academia Venezolana de la Historia. Para guardar todos sus libros, de tantos que posee, dispone de una casa en Bello Monte sólo como biblioteca personal. Y allí permanece por horas en las tardes, sólo leyendo.

Para María Fernanda Palacios, una razón es definitiva para justificar tanta lectura: "No podría ser lo que soy si buena parte de lo inolvidable de mi vida no estuviera hecho por los libros".

Pero hay una variante que hoy experimenta, por vez primera, otro fervoroso lector, Elías Pino Iturrieta. Nunca antes sus libros habían encontrado enemigo alguno. Pero desde hace un tiempo, un "pajarito azul" está robándole la atención: "Lo que pasa es que me metí a twittero, y por eso ando distraído con la lectura. Es que me atrae muchísimo esa nueva posibilidad de comunicación, y el tiempo de leer se me está yendo en twittear".

Un libro, un día

Los lectores empedernidos no se encuentran sólo ejerciendo oficios vinculados al mundo literario. De hecho, en Estados Unidos una abogada cumplió un desafío tremendo para cualquier ser humano: leer un libro diferente cada día, durante 365 días. ¡Un libro completo cada día!
Lógicamente, a lo largo de todo ese año, Nina Sankovitch -la lectora que logró la proeza-, no trabajó sino que se dedicó enteramente a los libros. Lo hizo como un tributo a su hermana mayor, fallecida cuatro años antes. "Ella también amaba leer -contaba Nina en su blog-, y por eso me propuse completar 365 libros en un año, porque tal vez era parte de lo que ella habría podido leer si no hubiese partido".
No obstante, para lograr el objetivo, Sankovitch estableció varias reglas que no podía quebrantar: ningún libro excedería las trescientas páginas de extensión, no se permitiría repetir títulos ni autores, y -tal vez lo más retador- cada mañana, tras culminar un texto, publicaría en Internet una crítica sobre éste, su autor, los
personajes, la trama. Era un compromiso titánico el que estaba asumiendo, pero sorprendentemente lo cumplió.
En su sitio web www.readallday.org aún pueden visitarse las reseñas que colgó entre el 28 de octubre de 2008 y el 28 de octubre de 2009.

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