Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 6 de junio de 2013

El físico Ismardo Bonalde, el biólogo Jon Paul Rodríguez, ambos del IVIC; el fisiólogo Trino Baptista de la ULA, el químico Jimmy Castillo de la UCV y el matemático Víctor Sirvent, de la USB acaban de ganar el Premio Lorenzo Mendoza Fleury, coloquialmente conocido como el Premio Polar, creado hace tres décadas con el afán de promover el aprecio social por la investigación, la estima colectiva por los científicos y la comprensión de su utilidad para el desarrollo nacional.

A propósito del Premio Polar

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Ellos son el físico Ismardo Bonalde, el biólogo Jon Paul Rodríguez, ambos del IVIC; el fisiólogo Trino Baptista de la ULA, el químico Jimmy Castillo de la UCV y el matemático Víctor Sirvent, de la USB. Son estos los nombres de quienes acaban de ganar el Premio Lorenzo Mendoza Fleury, coloquialmente conocido como el Premio Polar, creado hace tres décadas con el afán de promover el aprecio social por la investigación, la estima colectiva por los científicos y la comprensión de su utilidad para el desarrollo nacional. Se trata de un reconocimiento que se ha vuelto esencial en la vida intelectual venezolana, otorgado a quienes han puesto inteligencia, corazón y transpiración (Einstein lo habría expresado en orden inverso), para lograr hacer una obra importante en condiciones que, dicho sea de paso, durante los últimos tiempos no han sido muy favorables para llevarla a cabo.

II.
Cabe decir que ningún gobierno, como el del presidente Chávez, asomó el tema de ciencia y tecnología con tanta fuerza. Ninguno lo visibilizó tanto en la agenda pública, plantándolo, incluso, en varios artículos de la propia Constitución. Ninguno le dio tanta importancia política y social. Ninguno, en fin, lo volvió asunto de la incumbencia de otros actores, además de los investigadores, conforme a lo prescrito en la literatura referida a los sistemas de innovación. Pero necesario es señalar, así mismo, que semejante narrativa se fue difuminando a lo largo del camino, consecuencia de políticas que eludían sistemáticamente las complejidades de la realidad, enredadas, como estaban, en un proyecto ideológico muy confuso –el del socialismo bolivariano–, siendo presa, además, de una sobredosis de voluntarismo. Políticas, en fin, que se tradujeron en medidas de diverso tipo, por lo general inestables, incompletas, descompaginadas y hasta contradictorias, que, tras catorce años, dejaron un saldo menor, muy por debajo de lo que avisaba el discurso y de lo que prometían los fondos de los que se pudo disponer. Un legado, en suma, que lamentablemente quedó corto con relación a las exigencias y posibilidades de esta época venezolana
Por otro lado, si uno se guía por los visto recientemente, al nuevo gobierno es difícil pensarlo como un nuevo gobierno. El mismo presidente Maduro ha insistido en que sigue a pie juntillas las directrices dadas por Chávez, inspiradas éstas en un esquema de desarrollo cuya posibilidad, de paso, es desmentida constantemente por la obstinación de los hechos. No asoma para nada, entonces, la probabilidad de un chavismo versión 2.0. Tampoco en materia de políticas científicas y tecnológicas cabe aguardar, por tanto, modificaciones relevantes, y como muestra de ello basta, como botón, la postura oficial ante la crisis de las universidades públicas.

III.
Tras la anterior digresión, vuelvo, pues, al Premio Polar. Repito la felicitación a Bonalde, Batista, Rodríguez, Castillo y Sirvent y reitero mi reconocimiento a la perseverancia y tino de la Fundación Polar, al tiempo que le manifiesto una vieja queja personal, queja con cara de reclamo aunque vaya envuelta en pregunta: por qué sólo se laurean a las (mal) llamadas ciencias duras (la física, las matemáticas, la biología, y la química), y se dejan de lado las (peor) llamadas ciencias blandas (las sociales y las humanas), cuya atención, dicen los que saben, es imprescindible para transcurrir, como Dios manda, las vías de la sociedad del conocimiento.

Harina de otro costal
Dentro de pocos días la Vinotinto arriesga su clasificación al próximo mundial, el que tendrá lugar en Brasil. Llegado el último tramo de las eliminatorias, cuando la aritmética aprieta y cualquier resbalón castiga con dureza, le toca enfrentar a Bolivia. Arriesga, digo, a pesar de que libra por libra, como dicen en boxeo, nuestro seleccionado es hoy en día más equipo que el de los pupilos de Evo Morales. Ocurre, sin embargo, que el Estadio Siles Suazo se encuentra en La Paz, una ciudad pegadita del cielo, donde el jugador número 12 no es el público, sino la altura que le roba el oxígeno al equipo visitante. Así las cosas, irrita pensar que, luego de tanto mérito, la suerte del combinado nacional vaya a rifarse, previamente, en lo que pueda hacer la cámara hiperbárica.

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