por José Emilio Castellanos
La ausencia de liderazgo y su condición de activista incondicional, hicieron de Nicolás Maduro el “escogido” para una probable sucesión presidencial, que bien podría ser temporal, por sus limitaciones y la crisis en el seno del “chavismo sin Chávez”
La relación de Nicolás Moro con la Cuba de los hermanos Castro nació décadas antes de la aparición del teniente coronel Hugo Chávez en el escenario político y, cuando éste da sus primeros pasos, lo hace vinculado a un movimiento político distinto al que tenia Maduro como militancia. El primer paso firme del comandante (trato dado en Venezuela a los teniente coronel de las Fuerzas Armadas) fue la reunión que efectuara, junto con otros de sus compañeros, algunos de ellos fallecidos, con el entonces jefe guerrillero Ali Araque Rodríguez, “Comandante Fausto”, en el frente guerrillero que operaba en Yaracuy. Todos eran militares activos.
La historia de Nicolás Maduro Moro venía vinculada a otro grupo guerrillero, derivado del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y este, a su vez, de Acción Democrática.
Tras una expulsión del liceo donde estudiaba en Caracas, se incorpora a los grupos encapuchados que operaban desde la Universidad Central de Venezuela, para posteriormente ser enviado a La Habana a unos cursos de formación en lo que constituyen las escuelas de cuadro del Partido Comunista.
A su regreso, su ingreso al Metro de Caracas no obedecía a una actividad laboral, sino a un plan político para penetrar los sindicatos de servicios básicos, en éste caso, transporte. Serían los llamados “topos” que permitirían los sucesos del Caracazo y posteriormente la entrada de un grupo de militares que se preparaban para tomar el poder por la vía del golpe de estado.
Una característica de quienes a nivel popular se han opuesto al régimen militar-civil de Chávez ha sido la banalización: la verruga de Chávez, Maduro chofer de autobús, Aristóbulo negro, dejando de lado el análisis y sus respuestas. Como contrapartida, el régimen ha mantenido el hermetismo y la contra información, ésta última de manera copiosa, unida a los “trapos rojos” que suele lanzar, con cierto éxito, porque logra distraer la atención.
Quién es Nicolás Maduro, el anónimo dirigente sindical del Metro de Caracas, chofer de unidades autobuseras, que de pronto asciende a parlamentario, presidente de la Asamblea Nacional, Canciller y Vicepresidente de Venezuela?
Nicolás Maduro Moros nació el 23 de noviembre de 1962 en Caracas, hijo de un activista de la IV República, de su mismo nombre. En la década de los 70 es expulsado del liceo y comienza sus vínculos con grupos que reunían en la Ciudad Universitaria, desde donde surgían los enfrentamientos con la policía, dirigidos por organizaciones que se venían radicalizando, derivadas de otras que habían tenido su origen en las divisiones de Acción Democrática, que dieron nacimiento al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), al grupo ARS, y al Movimiento Electoral del Pueblo (MEP).
Nicolás Maduro comienza a militar en una de las facciones derivadas del MIR, se diría que nieta de Acción Democrática, caracterizada por su base programática marxista-leninista-maoísta, la Liga Socialista, y su brazo armado, Organización Revolucionaria, la cual reunía a ex presidentes de la Federación de Centros Universitarios de la UCV y dirigentes juveniles que habían combatida la dictadura de Marcos Pérez Jiménez dentro de AD, entre ellos Carmelo Laborit, Julio Escalona, David Nieves, Marcos Gómez, Fernando Soto Rojas, Orlando Yajure y Jorge Rodríguez (padre), asesinado por la Disip, quién en su juventud había sido secretario privado de Carlos Andrés Pérez en el Táchira, graduado para ese momento en una escuela normal, pasando luego al MIR en Lara y Caracas, donde fue dirigente universitario hasta el nacimiento de la Liga Socialista y OR.
Nicolás Maduro se incorpora a los grupos radicales de la UCV, que acababan de copiar de los grupos de guerrilla urbana de El Salvador el uso de las capuchas para ocultar el rostro (los llamados encapuchados), y allí alcanza la presidencia de la federación de estudiantes de educación media de Caracas. En una penetración de la Disip el gobierno obtuvo unas fotos de algunos “encapuchados sin las capuchas”, y en declaraciones a la prensa anunciaba que los encapuchados serían juzgados con aplicación de la desaparecida Ley de Vagos y Maleantes.
La Liga Socialista logra luego un acuerdo para enviar a La Habana a un reducido grupo de activistas, a recibir entrenamiento y formación político-militar, encontrándose entre ellos Nicolás Maduro. Fueron sus días en la Escuela Superior del Partido Comunista de Cuba “Ñico López
No resalta como dirigente pero si como un “cuadro” de acción, que luego pasará al activismo sindical al lograr si incorporación al Metro de Caracas, donde fue conocido por su permanente ausencia bajo la figura de “reposo laboral”, que obtenía a través de un médico de apellido Simonovis, en la Policlínica de la urbanización Coche.
Una característica han sido sus permanentes contradicciones personales, su escasa capacidad discursiva, a la que se suma la torpeza de sus constates ataques con los cuales resta en vez de sumar, y su baja preparación intelectual. Sus estudios se han resumido al curso de la escuela de cuadros del partido comunista de Cuba y, como nueva contradicción, algunos cursos de sindicalismo que incluyen uno en la UNTAL (Universidad de los Trabajadores de América Latina), de la Democracia Cristiana, que funcionaba en San Antonio de los Altos, donde paradójicamente dio clases el ex alcalde Juan Barreto.
En sus discursos Maduro ha invocado por igual a la figuras de los hermanos Castro, Sai Baba, José Gregorio Hernández, la Reina María Lionza, Jesucristo, lo que retrata con claridad su “lucidez ideológica”
Tras el golpe militar de 1992 centra su actividad en los movimientos que clamaban por la libertad de los militares golpistas, con apoyo de sectores que iban desde la llamada extrema derecha hasta la extrema izquierda, comunicadores sociales y medios de comunicación, y es su vínculo afectivo, con una abogada ex-sumariadora de la Policía Técnica Judicial, Cilia Flores, la vía que le permite llegar al “Comandante prisionero”, el inicio de una historia que hoy está en su punto culminante

Marta Colomina: Por qué Maduro odia las universidades


Como el generalote fascista español que sacaba su revólver cada vez que escuchaba la palabra cultura, así Maduro ve una conspiración para la cual saca sus bandas armadas cada vez que un venezolano reclama sus derechos. Lo hizo con las protestas pacíficas de estudiantes y profesores universitarios que exigen el cumplimiento de las normas de homologación salarial y becas que sobrevivan al “Paquetazo madurista” de altísima inflación y 2 devaluaciones que, de seguir el gobierno negando sus deberes normativos, causaría el cierre de las universidades autónomas (UA) del país.
“La derecha universitaria ha tomado el camino del saboteo” acusó Maduro, al culpar a las UA de “no respetar las mesas de trabajo”, eufemismo de diálogo que tiene por finalidad enfriar las protestas durante meses, sin ofrecer soluciones honorables. En los últimos 7 años el Gobierno ha asignado a las UA el mismo presupuesto deficitario, ignorando la alta inflación y las devaluaciones, y desde el 2006 ha incumplido las normas de homologación del sector universitario que contemplan un ajuste de salario. Además del cerco económico en plena bonanza petrolera, las UA han sido víctimas del acoso de los grupos armados y violentos del Gobierno, siempre impunes y nunca investigados. Cuando el ministro de Educación era estudiante, pedía a gritos más presupuesto para la UCV, aspiración justa que hoy niega ferozmente. Los gobiernos de entonces contaron con un precio petrolero que nunca pasó de $30 el barril (con Caldera II bajó a $9) a diferencia del régimen de Chávez y Maduro que, con el crudo a más de $100 y habiendo recibido 1,6 millones de millones de dólares, los han dilapidado en corrupción, armas de guerra, y miles de millones donados a sus socios del continente, sin construir la infraestructura que el país necesita. Un instructor universitario gana hoy Bs. 2.500 al mes y los sueldos de los docentes de mayor rango se han depreciado tanto, que muchos han renunciado para buscar trabajo en el sector privado, o irse del país.
“Una de las características por la cual se define un gobierno fascista, como el actual venezolano -escribe Rafael Poleo- es porque los regímenes fascistas desconocen la autonomía que permita pensar en las universidades”. El chavismo ha intentado durante 14 años hacer trizas el autogobierno de las UA (no gana una sola elección estudiantil, ni profesoral), por eso impuso el control de los ingresos de estudiantes a las UA, y la propuesta de contratación colectiva actual en la que el Ejecutivo “decidirá si las UA necesitan más profesores o no”, con la afrenta de que “los trabajos de ascenso de los profesores serán evaluados por una comisión integrada por las comunas”,según declarase la presidenta de FAPUV. El régimen “reforzó la idea de graduar gente y no producir conocimiento” expresa el reconocido investigador Orlando Albornoz. “Hay que ver el esfuerzo que hacemos para mantener 2 millones y medio de estudiantes universitarios. ¡Récord mundial! a pesar de que la derecha gremial universitaria ha tomado el camino del saboteo” dijo Maduro en Mérida, mientras una treintena de estudiantes de la ULA y de LUZ permanecen en huelga de hambre lo que lucía justo al “eliminar el problema del cupo”, en la práctica eliminó la competitividad y calidad y estableció el control político del estudiantado que entra a las UA sin examen de selección, sin curso preparatorio y con un mal bachillerato (muchos no cursaron física, química, matemáticas, biología, castellano y otras, por carencia de docentes).
Maduro debería pedir al embajador chino en Venezuela que le explique cómo su país ha logrado su gran desarrollo tecnológico y científico y el rol que sus universidades han tenido en tal éxito. Le dirá que el contenido de la educación superior china está al margen de paparruchas ideologizantes y populistas. El gobierno chino ha incentivado, además, el desarrollo de universidades privadas,que para 2002 representaban el 40% del total, según relata el exrector de la Unimet, José Ignacio Moreno León. Tanto las universidades públicas como las privadas se pagan en China (y así financian la educación superior; los buenos estudiantes sin recursos reciben becas) y exigen un examen obligatorio de ingreso en el que reprueban 40% de los aspirantes. La competencia para ingresar a las mejores es aún más estricta y solo acceden entre el 10 y 20% de los candidatos (algunos de esos egresados podrían haber diseñado el satélite que compró Venezuela).
Queda claro por qué estos bárbaros fascistas quieren universidades sumisas y aborregadas. Pero Maduro no ha medido el costo de su arremetida contra las UA en momentos de protestas sociales masivas y de las cada vez más razonadas sospechas nacionales e internacionales sobre su legitimidad