Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

miércoles, 18 de diciembre de 2013

En mis tiempos de niñez y adolescencia el petróleo no llegaba ni a 6 dólares el barril, pero se conseguía de todo. Los venezolanos eran cordiales y amigables. Ahora, en pleno siglo XXI, el barril de petróleo está a $100, pero no se consigue casi nada, vivimos de cola en cola, los churupos no alcanzan, la cordialidad se esfumó y la Navidad se apagó. Dios quiera y los venezolanos nos propongamos a recatar al país, sus tradiciones y las enseñanzas de quien siendo Dios, decidió vivir y morir por la reconciliación.

Oscura Navidad

NITU PÉREZ OSUNA |  EL UNIVERSAL
miércoles 18 de diciembre de 2013  12:00 AM
En estas épocas decembrinas llegan a mi memoria los recuerdos infantiles en las calles de Sarría, Caracas, olorosas a pan de jamón.  Y es que la abuela Mercedes nos mandaba a buscar el encargo a la panadería para acompañar las hallacas, el jamón y la ensalada de gallina.  Íbamos los primos en patines - de cuatro ruedas- dándole duro a las piernas en una especie de competencia para ver quién llegaba primero.  En las aceras altas de la zona, otros niños zapateaban los saltapericos y jugaban con luces de bengala gritando ¡Feliz Navidad!


Las casitas con sus puertas abiertas que invitaban a todos a pasar para disfrutar de hermosos pesebres y pinos de Navidad llenos de lucecitas  de todos los colores y hermosas figuras de pastores con sus ovejas, los 3 reyes Magos, la Virgen, San José, la estrella de Belén sobre la cuna de paja con el Niño Jesús, tapadito con un pañuelo que era retirado apenas sonaban las 12 campanadas que anunciaban la entrada del 25 de Diciembre, fecha en la que los cristianos celebramos al único Supremo, Rey de Reyes, el Mesías, nuestro Dios y Redentor.


De allí salíamos a San José, parroquia donde vivía el abuelo Pérez, Gran Papá le llamábamos, por ser el papá de mi papá.  Allí escuchábamos la misa llena de cánticos alegóricos a tan importante celebración y cientos de parroquianos caminábamos por sus calles sin importar que fuera de madrugada. No existía miedo o temor, no habitaba en Caracas la violencia que hoy por hoy, nos mantiene presos en nuestros hogares, cercados de muros y rejas.


En la adolescencia...  las patinatas nos mantenían hasta la misa de gallo -a golpe de cinco de la mañana- en las calles de la que era la hermosa capital de Venezuela.

Confieso que algunas veces -como una travesura- tomamos la leche y el pan que el marchante dejaba en las puertas de las casas, para calmar el apetito mañanero... Creo que tal delito, era visto como una contribución a los festejos decembrinos por los dueños e inquilinos de las viviendas y más de una vez escuché a mis padres reírse porque jóvenes, como sus hijos, se habían llevado de la puerta, su leche y pan.


Amigo lector, estoy segura que usted, vivió esto que cuento y se preguntará cómo lo hago yo ¿qué nos pasó?,  ¿a dónde se fue esa Venezuela alegre, tranquila, donde la solidaridad y la unión era más latente en Navidad?

Ahora, Caracas y las ciudades y pueblos del país viven en tinieblas, oscuras, sin pesebres ni arbolitos, ya no tenemos luces grandes ni chiquitas. No hay patinatas, ni misas de gallo... las calles están desoladas, sin gente, pero abarrotadas de basura y los saltapericos y luces de bengala, ni se escuchan ni se ven. Lo que vemos son largas colas de gente buscando leche, aceite, harina y hasta papel tualé.

En mis tiempos de niñez y adolescencia el petróleo no llegaba ni a 6 dólares el barril, pero se conseguía de todo.  Los venezolanos eran cordiales y amigables. Ahora, en pleno siglo XXI, el barril de petróleo está a  $100, pero no se consigue casi nada, vivimos de cola en cola, los churupos no alcanzan, la cordialidad se esfumó y la Navidad se apagó.

Dios quiera y los venezolanos nos propongamos a recatar al país, sus tradiciones y las enseñanzas de quien siendo Dios, decidió vivir y morir por la reconciliación.

A mis lectores consecuentes, vaya en estas fechas mi abrazo cálido cargado de venezolanidad.

pereznitu@gmail.com

@nituperez

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